Algún día volverás a ser consciente del destino de las horas muertas, de los besos perdidos, de las palabras ajenas, de los mordiscos en las entrañas. Caminarás a la sombra de tus miedos, con tus latidos entrelazados, la mirada buscando una mano amiga, la razón escuchando el silencio. Comprenderás que se ha marchado la ignorancia, que queda un poco de color, que miles de segundos te esperaron impacientes a la vuelta de la esquina, ansiosos de ser devorados por tu juventud.
Pero ya será demasiado tarde para volver a respirar.
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